Tanto tiempo guardando, escondiendo en tu pecho huecos caparazones que creías valiosos.
Nadie carga la culpa por haberte engañado simulando espejismos que sólo veías tú.
A trancas y barrancas, tu triste yo ha sabido devolver a tu alma lo que había perdido
expulsando al intruso que intenta regresar.
Era cómodo el cofre de tu cuerpo vacío, lejos de los pecados, ausente de virtud.
Pero ahora, si él vuelve, estarás preparada, porque irás al combate si debes combatir.
Ni rehuyes las luces ni te espantan las sombras.
El pasado está cerca y es posible aprender.
Sólo guardas ahora joyas que lo merezcan, aunque sean guijarros.
Sobre todo, guijarros, gemas firmes pulidas por un pálido mar.
No tienes miedo ahora como antes lo tuviste.
Ya no guardas misterios de ponzoñas secretas. El antídoto se halla donde siempre esperó.
De nuevo tienes alma, y con ella, pecados.
Ahora escuchas la música, y podrías bailar.
(De Doble Cristal, Pilar Monedero-Fleming)