Pilar Monedero-Fleming @MonederoFleming
El vaso de plástico del café con leche
es el pasaporte hacia la terraza
donde están los cuervos, pidiendo pitanza,
mientras los turistas con gafas oscuras
ignoran su súplica.
Las aves se vengan
con sus excrementos en la balaustrada.
La mala conciencia de otro cigarrillo
no impide al que fuma aspirar el sol
junto con el humo.
Los cuervos insisten,
no se desaniman.
Están habituados a la indiferencia,
a su mala prensa
-banal menosprecio del negro, brillante plumaje.
Los dueños del vuelo de los parapentes
-Blanco, Azul y Rojo-,
rezan a las sedas, columpios del aire.
frágil bovedilla de sus oraciones,
dulce planear entre bosque y nieves.
Envidio su vuelo, como el de los cuervos,
admiro la belleza de esas aves
menospreciada y digna
como la de niños africanos de vientre combado por el hambre
y ojos inmensos.