Pilar Monedero-Fleming @MonederoFleming
La herida abierta late y late acompasada con su corazón.
No puede mirar a sus hijas
ni mentirles con juguetes o con cuentos inventados.
No puede dormir esas noches infernales
que preceden al desahucio.
Las Barbies la contemplan desde una estantería,
testigos de tiempos buenos
sin el furor de los bancos.
Ella puso su dinero, pidió, vino, llegó y trajo.
Y los mismos usureros
dieron, prometieron, dijeron que su trabajo…
Ahora hay dos camitas blancas suspensas sobre la calle
y esa herida que ella tiene
que nadie ve,
pero late.